Nunca hasta ahora se había percibido tan intensamente que se avecinan grandes cambios en nuestra concepción y sentido del mundo. El vertiginoso rumbo de los acontecimientos políticos y económicos, unido al evidente fracaso de las viejas fórmulas, que hasta hace bien poco creíamos seguras, están propiciando un incipiente impulso de mudanza en la estólida sociedad consumista en que nos hemos convertido. En el transcurso de los últimos tiempos ha surgido un germen seminal de imprevisibles consecuencias. Está en las múltiples protestas callejeras, en las oscuras maniobras especulativas de los mercados, en la ausencia de líderes creíbles, en la potente irrupción de las redes sociales, en las ofensivas desigualdades, todo ello ha ido ahormando una heterogénea tendencia de rebeldía que, si no se nos va de las manos, puede rendir grandes frutos en el futuro. Una vez más, vuelve a confirmarse aquella vieja máxima revolucionaria de "cuanto peor, mejor".
Debemos segur atentos a los acontecimientos venideros e impulsar, desde nuestras modestas plataformas, todo lo que facilite la consecución de ese necesario cambio.
Cada día se mueren unos cuantos dioses.